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Un cerro o colina es una eminencia del terreno que, en general, no supera los 100 metros desde la base hasta la cima. Sin embargo, en algunos países de Sudamérica y Centroamérica se nombran como cerros algunos picos que superan los 3000 m de altitud o incluso tan alto como el cerro El Plomo (5424 msnm)
Algunos nombres específicos o locales de cerros son: mota, colina, teso o tesa, loma, otero, montículo, alcor, collado,[1] cabezo, etc.
Los cerros pueden formarse por varios fenómenos; entre los más comunes están los geomorfológicos: por la surgencia de fallas; por erosión de otros accidentes mayores del terreno, tales como las mismas montañas u otros cerros; por movimiento y deposición de sedimentos de un glaciar (por ejemplo, morrenas y drumlins); etcétera. La forma redondeada de algunos cerros obedece a movimientos de difusión del suelo y a regolitos que cubren el cerro, en un proceso denominado reptación.
Algunas regiones que pudieron haber tenido cerros no los tienen por causa de la cobertura de glaciares durante la Era de Hielo. Por ejemplo, el contraste entre las vastas colinas del norte del estado estadounidense de Indiana y los numerosos cerros del sur del estado son el resultado de esto.
Existen varias denominaciones específicas usadas para describir tipos particulares de cerros, según su apariencia y método de formación. Muchos nombres se han originado en una región geográfica para describir una forma de cerro peculiar de esa región. Otras denominaciones incluyen: